Punta de Diggen | |
---|---|
Tipo | Isla |
Región | Mar Esmeralda |
Mundo | Lumar |
Universo | Cosmere |
Punta de Diggen es una isla en el mar Esmeralda en Lumar. Se encuentra cerca del lunacuerdo glauco y está gobernada por el duque.[1]
Geografía
Punta de Diggen es una isla formada casi exclusivamente de piedra de sal negra, con la forma del dedo torcido de un anciano. La isla parece extenderse desde debajo del océano, para apuntar hacia el horizonte. La isla alberga un pequeño pueblo y una mansión donde reside el duque. Bajo la superficie hay un acuífero profundo, que es uno de los principales métodos para obtener agua, ya que la piedra de sal negra es quebradiza y se mete en todo. En la isla no existe la agricultura y los alimentos tienen que proceder de cubas de compostaje o ser objeto de comercio.[1]
Historia
Un tipo llamado Diggen descubrió la «Roca», como la llamaban los lugareños, y la bautizó con el nombre de Isla de Diggen, un nombre utilizado principalmente por todo el mundo menos por los lugareños. Abandonó la isla poco después de bautizarla y nunca regresó.[1]
En algún momento antes de la derrota de la hechicera, el rey puso en marcha una política para hacer ilegal que cualquier ciudadano de Punta de Diggen abandonase la isla. Esto era necesario, ya que la isla era bastante inhóspita debido a las esporas, el smog y la sal que hacían que vivir allí fuese tan poco apetecible.[1] Un inspector de carga trabajaría en la isla para asegurarse de que ningún ciudadano consiguiese colarse en los barcos atracados y viajar de polizón fuera de la isla.[2]
Tras la derrota de la hechicera a manos de Trenza y la tripulación del Canto del cuervo, el rey emitió una nueva cédula junto a los indultos que concedió a la tripulación, permitiendo a los ciudadanos de Punta de Diggen abandonar la isla. Se introdujo un incentivo para que la gente siguiese viniendo y permaneciendo en la Roca, a fin de garantizar que no se marchasen sin más, como temía el duque cuando conoció la noticia de lo que ahora se permitía a la gente en su isla. Se pagaría una generosa indemnización a quien se quedase a trabajar durante veinte años. La paga era tan buena que la gente acudía en masa a trabajar a la isla y era más difícil que nunca conseguir trabajo allí.[3]
Cultura
Economía
La isla cuenta con abundantes recursos demandados por gentes de otros lugares. La sal es muy codiciada, sobre todo por su utilidad para hacer inertes las esporas, del mismo modo que la plata.[1] La cerveza de Ladrillo era muy deseada, ya que se considera una de las mejores de la región. También se comerciaba con plumón y plumas de gaviota, pero todas las mercancías requerían una carta de encargo del rey para ser vendidas a cualquier barco que atracara en la isla.[2]
Además del dinero, a veces la gente intercambiaba favores, algo común entre los hombres de la isla. Ellos insinuarían cómo habían ayudado a otros y el boca a boca haría saber que necesitaban algo de la gente. Esto era visto como mendigar ayuda y no se hacía frecuentemente de esta manera a menos que la ayuda fuese desesperadamente necesaria.[4]
Dardos
Los hombres que frecuentan la taberna de Ladrillo juegan habitualmente a los dardos, aunque con unas reglas un tanto inusuales. Después de descubrir que el aspecto de las vetas de la pared de madera sobre la diana casi parecía un retrato del duque. Eso significaba que los dos nudos en la madera debajo de la diana podían interpretarse como cierta parte del duque, justo encima de donde estarían las piernas, y por lo tanto eran el verdadero objetivo del juego. Un buen lanzamiento de dardo provocaría muecas de dolor en cualquier testigo.[4]