Diferencia entre revisiones de «Palabras de Instauración»

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<!-- chapter 16 -->
Se llaman sabios alománticosalomantes. Hombres y mujeres que avivan sus metales durante tanto tiempo y con tanta fuerza, que el flujo constante de poder alomántico transforma su misma psicología.
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Los sabios del estaño, sin embargo... son algo especial. Dotados con sentidos que superan lo que cualquier alománticoalomante normal necesitaría o querría, se convierten en esclavos de lo que tocan, oyen, ven, huelen y saborean. No obstante, el poder anormal de estos sentidos les proporciona una clara e interesante ventaja.
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Podría argumentarse que, igual que el inquisidor que ha sido transformado por un clavo hemalúrgico, el sabio alománticoalomante ya no es humano.
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<!-- chapter 21 -->
No debería sorprender que Elend se convirtiera en un alománticoalomante tan poderoso. Es un hecho bien documentado (aunque esa documentación no estaba al alcance de la mayoría) que los alománticosalomantes eran mucho más fuertes durante los primeros días del Imperio Final.
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En aquellos días, un alománticoalomante no necesitaba duraluminio para hacerse con el control de un kandra o un koloss. Bastaba con un simple empujón o un tirón de las emociones. De hecho, esta habilidad fue uno de los principales motivos por los que los kandra idearon sus Contratos con los humanos, pues por aquel entonces no solo los nacidos de la bruma, sino también los aplacadores y encendedores podían controlarlos a placer.
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Las perlas de metal encontradas en el Pozo (perlas que convertían a los hombres en nacidos de la bruma) eran el motivo por el que los alománticosalomantes solían ser más poderosos. Aquellos primeros nacidos de la bruma eran como Elend Venture: poseían un poder primigenio que luego se transmitió por los linajes de la nobleza, debilitándose un poco con cada generación.
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El lord Legislador fue uno de aquellos antiguos alománticosalomantes, su poder puro y sin adulterar por el tiempo y la reproducción. En parte por eso era tan poderoso comparado con otros nacidos de la bruma; aunque, en efecto, su capacidad para mezclar feruquimia y alomancia era lo que producía muchas de sus más espectaculares habilidades. Con todo, me parece interesante que uno de sus poderes «divinos» (su esencial fuerza alomántica) fuera algo que también poseían los nueve alománticosalomantes originales.
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Por mucho que me repugne, no puedo evitar sentirme impresionado por la hemalurgia como arte. En la alomancia y la feruquimia, la habilidad y la sutileza son producto de la aplicación de los poderes propios. El mejor alománticoalomante puede ser no el más poderoso, sino el que mejor manipule los empujones y tirones de los metales. El mejor feruquimista es el más capaz de organizar la información de sus mentecobres, o el que mejor puede manipular su peso con hierro.
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<!-- part 4 chapter n-->
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Un hombre con un poder dado (como una habilidad alomántica) que luego obtuviera un clavo hemalúrgico con el mismo poder sería el doble de fuerte que un alománticoalomante natural no amplificado.
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<!-- chapter 62 -->
Sospecho que Alendi, el hombre al que mató Rashek, era un brumoso: un buscador. La alomancia, no obstante, era diferente en aquellos días, y mucho más rara. Los alománticosalomantes vivos en nuestra época son descendientes de los hombres que comieron aquellas pocas perlas del poder de Conservación. Formaron la base de la nobleza, y fueron los primeros en llamarlo emperador.
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Cuatro clavos también hacían que a los alománticosalomantes les resultara más fácil controlarlos. En nuestro tiempo, hacía falta un empujón de duraluminio para tomar el control de un kandra. Los koloss, sin embargo, podían ser dominados por un empujón concreto, sobre todo cuando se dejaban llevar por el frenesí.
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El clavo era de bronce, y lo elaboró a partir de uno de los primeros alománticosalomantes que capturó. Ese clavo lo convirtió en buscador, y gracias a eso pudo encontrar y chantajear a tantos alománticosalomantes durante su reinado en Urteau.
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Naturalmente, esto nos dio una ligera ventaja al final. Ruina tuvo muchos problemas para dar duraluminio a sus inquisidores, ya que necesitaban a un alománticoalomante que pudiera quemarlo antes de poder utilizarlo. Y, como ninguno de los brumosos de duraluminio del mundo conocía su poder, no lo quemaron y se revelaron a Ruina. Eso dejó a la mayoría de los inquisidores sin el poder del duraluminio, excepto en unos cuantos casos importantes, como Marsh, que lo recibieron de un nacido de la bruma. Esto solía considerarse un desperdicio, pues si se mataba con hemalurgia a un nacido de la bruma, se aprovechaba solamente uno de sus dieciséis poderes y se perdía el resto. Ruina consideró que era mucho mejor intentar subvertirlos y acceder así a todo su poder.
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Hay al menos otro caso de una persona que podía penetrar nubes de cobre. Sin embargo, en el caso de ella la situación era ligeramente distinta. Ella era nacida de la bruma de nacimiento, y su hermana era la buscadora. La muerte de esa hermana, y la subsiguiente herencia del poder a través del clavo hemalúrgico empleado para matar a esa hermana, dobló su capacidad para quemar bronce como nacida de la bruma típica. Y eso le permitió ver a través de las nubes de cobre de los alománticosalomantes inferiores.
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<!-- chapter 76 -->
Siempre me he preguntado por la extraña habilidad que tienen los alománticosalomantes para penetrar las brumas. Cuando uno quema estaño, puede ver más allá en la noche, mirando a través de las brumas. Para el profano, esto podría parecer una conexión lógica: el estaño, después de todo, amplifica los sentidos.
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Esta tendría que haber sido, pues, nuestra primera pista. Los alománticosalomantes podían ver a través de las brumas porque las brumas estaban, de hecho, compuestas por el mismo poder que la alomancia. Al quemar estaño, el alománticoalomante era casi parte de las brumas. Y, por tanto, estas eran más transparentes para él.
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<!-- chapter 77 -->
Al recordarlo ahora todo, tendríamos que haber podido ver la conexión entre las brumas, la alomancia y el poder del Pozo de la Ascensión. No solo la visión del alománticoalomante podía penetrar las brumas, sino que también estaba el hecho de que estas giraban levemente en torno a la persona que usaba algún tipo de alomancia.
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<!-- chapter 81 -->
La ruptura fue siempre el reverso oscuro de la alomancia. La dote genética de la persona podía convertirla en un alománticoalomante en potencia, pero para que el poder se manifestara, el cuerpo debía sufrir un trauma extraordinario. Aunque Elend hablaba de lo terrible que había sido su paliza, en nuestro tiempo liberar la alomancia en una persona era más fácil que antaño, pues teníamos la infusión del poder de Conservación en las líneas de sangre humana a través de las pepitas que el lord Legislador concedía a la nobleza.
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Shards, Editors, Keepers, Synod
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