Diario de Alendi

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Diario de Alendi
Tipo Diario
Autor Alendi
Idioma Khlenni[1]
Creado en Scadrial clásico
Mundo Scadrial
Universo Cosmere
Aparece en Nacidos de la bruma Era 1

A veces me preocupa no ser el héroe que todo el mundo cree que soy.

—La primera frase conocida del diario.[2]

El diario de Alendi es un registro de la vida, los viajes y la lucha interna de Alendi aceptando su papel asumido como el Héroe de las Eras.[3]

Contenidos

¡Si al menos diera más detalles sobre cómo son las cosas! [...] El lord Legislador pasaba demasiado tiempo preocupándose.

Vin pensando sobre el contenido del diario.[4]

En el diario, mientras relata sus viajes, Alendi reflexiona y se cuestiona sus decisiones.[5][6] Se pregunta si realmente es el Héroe de las Eras,[2] y reflexiona sobre la naturaleza de las Profecías de Terris.[6] También reflexiona sobre lo que debe hacer como Héroe de las Eras, afirmando que debe renunciar al poder pase lo que pase.[7][8] Alendi no escribió el libro para la posteridad, sino para tener un lugar donde poner sus sentimientos por escrito, para mantenerse cuerdo. [9]

El diario entra en detalles sobre los viajes de Alendi, incluyendo varias listas de suministros.[6] Aunque no describe con detalle todos los lugares de interés de su viaje, el diario describe algunas cosas, como los campos de hielo y las cascadas de Terris.[4] También dice que la Profundidad es peligrosa, aunque no especifica de qué se trata.[10] Describe el inicio del viaje de Alendi, y cómo conoció a Kwaan.[11] El libro menciona tanto la alomancia como la feruquimia, pero no compara ambas. Tampoco menciona el Undécimo Metal.[12]

El viaje hacia el Pozo

Una gran sección del diario describe el viaje de Alendi hacia el Pozo de la Ascensión en Terris. Describe a la gente y algunas de las vistas, y el camino que toma a través de las montañas.[13][14] También describe las apariciones del espíritu de la bruma, y cómo apuñaló a Fedik.[10][15] El diario también describe los sentimientos de Rashek por Alendi y su influencia entre su pueblo.[16][17]

Historia

La revuelta skaa

Vin encontró el diario junto a un altar cuando ella y Kelsier se colaron en Kredik Shaw. Utilizó el libro como escudo, para defenderse de los inquisidores.[18] Sazed se llevó el libro cuando rescató a Vin esa noche.[1] Sazed estaba muy entusiasmado con el libro, e inmediatamente se dispuso a traducirlo.[3] A lo largo del progreso de la rebelión, Sazed trabajó en la traducción del diario y proporcionó fragmentos a la banda de Kelsier a medida que los completaba;[5] algunos de los aprendices de Clubs ayudaron haciendo copias de las traducciones completadas para que las leyeran los miembros de la banda.[3]

La banda supuso que el lord Legislador había sido el autor del libro, porque afirmaba haber sido el Héroe de las Eras y decía que debía derrotar a la Profundidad.[3] Cuando Sazed terminó de traducirlo, Vin se decepcionó porque había terminado antes de hablar de lo que Alendi hizo para salvar el mundo, y Kelsier se decepcionó porque no mencionaba el Undécimo Metal.[4] Sin embargo, el diario llevó a Vin a descubrir que el lord Legislador era Rashek, no Alendi; lo descubrió porque tanto Rashek como el lord Legislador dijeron que su pueblo debía ser dominante.[19]

Tras el Colapso

Después del Colapso, Vin estudió su copia del diario, tratando de averiguar qué era el espíritu de la bruma y buscando referencias a la Profundidad.[10][20] Eso la llevó a la conclusión de que las brumas eran la Profundidad,[21] y que ella era el Héroe de las Eras.[22]

Texto conocido

Nota: El orden exacto de todos los pasajes es incierto.

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Por favor, no altere o reproduzca este contenido sin permiso del autor

A veces me preocupa no ser el héroe que todo el mundo cree que soy.

¿Qué prueba tenemos? ¿Las palabras de hombres muertos y que solo ahora parecen proféticas? Aunque aceptemos las profecías, solo interpretaciones superficiales las relacionan conmigo. ¿Es mi defensa de la Montaña de Verano realmente la «carga por la que será mencionado el héroe»? Mis diversos matrimonios podrían darme unos «lazos sin sangre con los reyes del mundo», si se considera su lado propicio. Hay docenas de frases similares que podrían referirse a acontecimientos de mi vida. Pero, una vez más, todo podrían ser coincidencias.

Los filósofos me aseguran que este es el momento, que las señales se han hecho realidad. Pero yo me sigo preguntando si no se habrán equivocado de hombre. Son tantas las personas que dependen de mí... Dicen que tendré en mis brazos el futuro del mundo entero. ¿Qué pensarían si supieran que su paladín, el Héroe de las Eras, su salvador, dudó de sí mismo?

Tal vez no se sorprenderían en absoluto. En cierto modo, eso es lo que más me preocupa. Quizá también ellos duden, en el fondo de sus corazones, al igual que yo. Cuando me miran, ¿será un mentiroso lo que ven?

Rashek parece pensar así. Sé que no debería dejar que un simple porteador me perturbe. Aunque, él es de Terris, donde se originaron las profecías. Si alguien pudiera identificar un fraude, ¿no sería él?

Sin embargo, continúo mi viaje, acudiendo a los lugares donde los augurios escritos proclaman que me encontraré con mi destino... a pie, sintiendo los ojos de Rashek en mi espalda. Celosos. Burlones. Llenos de odio.

En el fondo, me preocupa que mi arrogancia nos destruya a todos.

Me considero un hombre de principios. Pero ¿qué hombre no se considera tal? Incluso el asesino, según he advertido, interpreta sus acciones como «morales» en cierto modo. Tal vez otra persona, al leer mi vida, me considere un tirano religioso. Puede llamarme arrogante. ¿Qué hace que la opinión de ese hombre sea menos válida que la mía propia?

Supongo que todo se reduce a una sola cosa: al final, soy yo quien tiene los ejércitos de su parte.

Al parecer, la siguiente etapa de mi viaje nos llevará a las tierras altas de Terris. Se dice que es un lugar frío e implacable, una tierra donde las montañas mismas están hechas de hielo.

Nuestros sirvientes habituales no sirven para ese viaje. Es probable que tengamos que contratar a algunos porteadores de Terris para que lleven nuestras pertenencias.

Llegamos a Terris a principios de semana y tengo que decir que el paisaje me pareció maravilloso. Las grandes montañas al norte, con sus cimas nevadas y sus faldas boscosas, se alzan como dioses guardianes sobre esta tierra de verde fertilidad. Mis propias tierras del sur son llanas: creo que serían menos monótonas si hubiera unas cuantas montañas para dar variedad al terreno.

Aquí la gente se dedica sobre todo al pastoreo, aunque no son extraños los leñadores y los granjeros. Es una tierra de pastos, desde luego. Parece raro que un sitio tan agrícola sea la cuna de las profecías y las ideas teológicas en las que se basa el mundo entero en la actualidad.

Escogimos a un grupo de porteadores terrisanos para que nos guíen por los difíciles pasos montañosos. Sin embargo, no son hombres corrientes. Parece que las historias son ciertas: algunos terrisanos tienen una habilidad destacada que resulta muy intrigante.

De algún modo acumulan fuerzas para usarlas al día siguiente. Antes de dormir, por la noche, se pasan una hora acostados y, durante ese tiempo, se vuelven muy frágiles de aspecto, casi como si hubieran envejecido medio siglo. Sin embargo, cuando se despiertan a la mañana siguiente se vuelven muy musculosos. Al parecer, sus poderes tienen algo que ver con los brazaletes y pendientes de metal que llevan siempre.

El líder de los porteadores se llama Rashek y es bastante taciturno. Sin embargo, Braches (inquisitivo como siempre) ha prometido interrogarlo con la esperanza de descubrir exactamente cómo se consigue esa maravillosa capacidad para hacer acopio de fuerzas.

Mañana comenzaremos la fase final de nuestra peregrinación, las Montañas Lejanas de Terris. Allí, es de esperar que encuentre la paz, tanto para mí como para nuestra pobre tierra.

Ni siquiera comprendo lo que se supone que tengo que hacer. Los filósofos de Terris dicen que lo sabré cuando llegue el momento, pero es un flaco consuelo.

La Profundidad debe ser destruida y, al parecer, soy la única persona que puede hacerlo. Asola el mundo en estos mismos momentos. Si no lo hago pronto, de esta tierra no quedarán más que huesos y polvo.

Nunca quise esto, cierto. Pero alguien tiene que detener la Profundidad. Y, al parecer, Terris es el único sitio donde puede hacerse.

Sin embargo, sobre este hecho, no tengo que aceptar la palabra de los filósofos. Ahora puedo sentir nuestro objetivo, puedo sentirlo, aunque los otros no puedan. Late, en mi mente, allá lejos en las montañas.

Rashek es un hombre alto; naturalmente, la mayoría de los terrisanos lo son. Es joven para que los otros porteadores lo respeten tanto. Tiene carisma, y las mujeres de la corte probablemente lo describirían como apuesto, a su burda manera.

Sin embargo, me sorprende que alguien preste atención a un hombre que predica tanto odio. Nunca ha visto Khlennium, pero maldice la ciudad. No me conoce, pero noto el odio y la hostilidad en sus ojos.

«Él defenderá sus costumbres y, sin embargo, las violará. Será su salvador y, sin embargo, lo llamarán hereje. Su nombre será Discordia y, sin embargo, lo amarán por ello.»

Me sorprende cuántas naciones se han unido en pos de nuestro propósito. Sigue habiendo disidentes, naturalmente, y algunos reinos, por desgracia, se han enzarzado en guerras que no he podido detener.

Sin embargo, contemplar esta unidad general es glorioso, casi abrumador. Ojalá a las naciones de la humanidad no les hubiera hecho falta una amenaza tan terrible para ver el valor de la paz y la cooperación.

Parece que Rashek representa a una facción creciente en la cultura de Terris. Gran número de jóvenes piensa que sus inusitados poderes deberían ser usados para algo más que trabajar en el campo, engendrar hijos y tallar piedras. Son rudos, incluso violentos, muy distintos a los tranquilos y razonables filósofos y hombres santos de Terris que he conocido.

Tendrán que ser vigilados con cuidado, estos terrisanos. Podrían ser muy peligrosos, si se les da ocasión y motivo.

¿Cómo sería si todas las naciones, desde las islas al sur hasta las montañas de Terris al norte, estuvieran unidas bajo un solo gobierno? ¿Qué maravillas podrían conseguirse, qué progreso podría lograrse si la humanidad renunciara permanentemente a sus disputas y se uniera?

Supongo que es demasiado esperar. ¿Un único imperio humano, unificado? Nunca sucederá.


Tal vez sea debido a la presión de saber que de algún modo debo soportar la carga de todo un mundo. Tal vez sea por las muertes que he visto, los amigos que he perdido. Los amigos que me he visto obligado a matar.

Sea como sea, a veces veo sombras siguiéndome. Oscuras criaturas que no comprendo, ni deseo comprender. ¿Serán acaso fruto de mi mente agotada?

No sé por qué me traicionó Kwaan. Incluso así, este hecho acosa mis pensamientos. Fue él quien me descubrió; él fue el filósofo de Terris que me llamó primero Héroe de las Eras. Parece irónicamente surrealista que ahora, después de su larga pugna por convencer a sus colegas, sea el único hombre santo terrisano de importancia que predica contra mi reino.

Muchos creen que mi viaje comenzó en Khlennium, esa gran ciudad de maravillas. Olvidan que yo no era rey cuando comenzó mi misión. Nada de eso.

Creo que los hombres harían bien recordando que esta tarea no la iniciaron emperadores, sacerdotes, profetas ni generales. No comenzó en Khlennium ni en Kordel, ni vino de las grandes naciones del este o del feroz imperio del oeste.

Comenzó en un pueblo pequeño y sin importancia cuyo nombre no significará nada para vosotros. Comenzó con un joven, hijo de un herrero, que no destacaba en nada... excepto, quizá, en su habilidad para meterse en líos.

Comenzó conmigo.

A veces me pregunto qué habría sucedido si me hubiera quedado allí, en aquella perezosa aldea de mi nacimiento. Habría sido herrero, como mi padre. Tal vez habría tenido familia, hijos propios.

Tal vez otra persona habría tenido que llevar esta terrible carga. Alguien que pudiera soportarla mejor que yo. Alguien que mereciera ser un héroe.

Podríamos decir que las circunstancias me obligaron a dejar atrás mi hogar. Sin duda, si me hubiera quedado, estaría muerto. Durante aquellos días (huyendo sin saber por qué, llevando una carga que no comprendía), supuse que me perdería en Khlennium y buscaría una vida para no llamar la atención.

Empiezo a comprender poco a poco que el anonimato, como tantas otras cosas, es algo que he perdido para siempre.

Kwaan y yo nos conocimos por casualidad... aunque supongo que él diría que fue la «providencia».

He conocido a muchos otros filósofos terrisanos desde aquel día. Son, cada uno de ellos, hombres de gran sabiduría y sorprendente sagacidad. Hombres de una importancia casi palpable.

No es así Kwaan. En cierto modo, era tan improbable que fuese profeta como yo héroe. Nunca tuvo un aire de sabiduría ceremoniosa; tampoco era un erudito religioso. La primera vez que nos vimos, estaba investigando uno de sus ridículos intereses en la gran biblioteca de Khlenni; creo que trataba de determinar si los árboles pueden pensar o no.

Que fuera quien finalmente descubrió al gran Héroe de la profecía de Terris es un asunto que me habría dado risa si los hechos hubieran sucedido de manera algo distinta.

No es una sombra.

Esta cosa oscura que me sigue, la cosa que solo yo puedo ver.... no es realmente una sombra. Es negruzca y transparente, pero no tiene el contorno sólido de una sombra. Es insustancial, retorcida e informe. Como si estuviera hecha de niebla negra.

O de bruma, tal vez.

«El Héroe de las Eras no será un hombre, sino una fuerza. Ninguna nación lo reclamará, ninguna mujer lo conservará y ningún rey podrá matarlo. No pertenecerá a nadie, ni siquiera a sí mismo.»

Al principio, estaban aquellos que no creían que la Profundidad fuera un peligro serio, al menos no para ellos. Sin embargo, trajo consigo una plaga que he visto infectar a casi toda la tierra. Los ejércitos son inútiles contra ella. Las grandes ciudades son arrasadas por su poder. Las cosechas se pierden y la tierra muere.

A eso combato. Este es el monstruo que debo derrotar. Me preocupa haber tardado demasiado. Ya se ha producido tanta destrucción que temo por la supervivencia de la humanidad.

¿Es verdaderamente el fin del mundo, como predicen tantos filósofos?

Apenas duermo unas cuantas horas cada noche. Debemos continuar adelante, viajando cuanto podamos cada día, pero cuando finalmente me acuesto, el sueño me elude. Los mismos pensamientos que me preocupan durante el día aumentan en la quietud de la noche.

Y, por encima de todo, oigo los golpeteos de las alturas, los pulsos de las montañas. Atrayéndome con cada latido.

Al final, he de confiar en mí mismo. He visto hombres capaces de arrancar de su interior la capacidad de reconocer la verdad y la bondad, y creo que no soy uno de ellos. Sigo viendo las lágrimas en los ojos de un niño y siento el dolor de su sufrimiento.

Si alguna vez pierdo esto, entonces sabré que he llegado a un punto más allá de ninguna esperanza de redención.

Ningún hombre muere por mi mano o por mi orden a no ser que piense que no hay otro remedio. Sin embargo, los mato. A veces, desearía no ser un maldito realista.

Me siento muy cansado.

Creo que he descubierto por fin por qué me odia tanto Rashek. No cree que un extraño como yo, un forastero, pueda ser el Héroe de las Eras. Cree que de algún modo he engañado a los filósofos, que llevo injustamente las marcas del Héroe.

Según Rashek, solo un terrisano de pura sangre debería haber sido elegido como el Héroe. Curiosamente, me siento más decidido a causa de su odio. Debo demostrarle que puedo realizar esta tarea.

A veces, mis compañeros dicen que me preocupo y me cuestiono demasiado. Sin embargo, aunque puedo dudar de mi estatura como héroe, hay una cosa que nunca he puesto en duda: el bien final de nuestra misión.

La Profundidad tiene que ser destruida. La he visto y la he sentido. Este nombre que le damos es una palabra demasiado débil, creo. Sí, es profunda e insondable, pero también es terrible. Muchos no se dan cuenta de que es sentiente, pero yo he sentido su mente, tal como es, las pocas veces que me he enfrentado a ella directamente.

Es un ser de destrucción, locura y corrupción. Arrasaría este mundo, no por rencor o animosidad, sino tan solo porque eso es lo que hace.

Todos los demás piensan que debería haber ordenado ejecutar a Kwaan por traicionarme. Siendo sinceros, casi con toda seguridad lo mataría ahora mismo si supiera dónde se ha metido. En ese momento, sin embargo, no pude hacerlo.

El hombre se había convertido en un padre para mí. Hasta hoy no sé por qué de pronto decidió que yo no era el Héroe. ¿Por qué se volvió contra mí, denunciándome ante el Cónclave de los Creadores de Mundos al completo?

¿Prefería que ganara la Profundidad? Sin duda, aunque yo no sea el adecuado, como ahora dice Kwaan, mi presencia en el Pozo de la Ascensión no podría ser peor de lo que sucederá si la Profundidad continúa destruyendo la tierra.

La mayoría de los terrisanos no son tan malos como Rashek. Sin embargo, puedo ver que creen en él, hasta cierto punto. Son hombres sencillos, no filósofos ni eruditos, y no comprenden que sus propias profecías dicen que el Héroe de las Eras será un extranjero. Solo ven lo que señala Rashek: que son un pueblo ostensiblemente superior y deberían «dominar» en vez de estar sometidos.

Ante tanta pasión y odio, incluso los hombres buenos pueden ser engañados.

A otros hombres les preocupa si serán recordados o no. Yo no siento esos temores; incluso descartando las profecías de Terris, he traído tal caos, conflicto y esperanza a este mundo que hay pocas posibilidades de que sea olvidado.

Me preocupa lo que dirán de mí. Los historiadores pueden hacer con el pasado lo que quieran. Dentro de mil años, ¿seré recordado como el hombre que protegió a la humanidad de un poderoso mal? ¿O seré recordado como un tirano que arrogantemente trató de convertirse en leyenda?

Aunque muchos terrisanos expresan cierto desprecio por Khlenium, también sienten envidia. He oído a los porteadores hablar con asombro de las catedrales khlenni, con sus sorprendentes vidrieras pintadas y sus amplios salones. También parecen muy aficionados a nuestra moda en el vestir: en las ciudades, vi cómo muchos jóvenes terrisanos cambiaban sus pieles y pellizas por trajes de caballero hechos a medida.

Ahora ya estamos cerca. Extrañamente, en estas alturas de las montañas parecemos finalmente libres del opresivo contacto de la Profundidad. Ha pasado algún tiempo desde que descubrí lo que era eso.

El lago que descubrió Fedik está bajo nosotros: puedo verlo desde aquí. Parece aún más extraño desde esta perspectiva, con su brillo vítreo, casi metálico. Casi deseo haberle permitido tomar una muestra de sus aguas.

Tal vez su interés era lo que enfadó a la criatura de la bruma que nos sigue. Tal vez... Tal vez por eso decidió atacarlo, apuñalándolo con su cuchillo invisible.

Curiosamente, el ataque me consoló. Al menos sé desde entonces que alguien más la ha visto. Eso significa que no estoy loco.

Nunca quise ser temido.

Si lamento una cosa, es el temor que he causado. El miedo es la herramienta de los tiranos. Por desgracia, cuando el destino del mundo está en juego, usas las herramientas que tienes a mano.

Sé lo que sucederá si tomo la decisión equivocada. Debo ser fuerte; no he de quedarme el poder para mí.

Porque he visto lo que sucederá si lo hago.

He decidido que tengo que dar gracias al odio de Rashek. Me hace bien recordar que hay quienes me aborrecen. No es mi deber buscar popularidad ni amor, sino asegurar la supervivencia de la humanidad.

¿Hay algo más hermoso que el sol? A menudo lo contemplo al salir, pues mi sueño inquieto suele despertarme antes del alba.

Cada vez que veo su tranquila luz amarilla asomar por el horizonte siento un poco más de determinación, un poco más de esperanza. En cierto modo, el sol es lo que me ha mantenido en marcha todo este tiempo.

Extrañamente, en ocasiones, siento paz interior. Se podría pensar que después de todo lo que he visto, después de todo lo que he sufrido, mi alma sería un amasijo de tensiones, confusión y melancolía. A menudo, así es.

Pero luego está la paz.

La siento a veces, como ahora, asomado sobre los acantilados congelados y las montañas de cristal en la quietud de la mañana, contemplando un amanecer tan majestuoso que sé que ningún otro será jamás su igual.

Si hay profecías, si existe un Héroe de las Eras, entonces mi mente susurra que debe de ser algo que dirige mi camino. Algo observa; algo se preocupa. Esos pacíficos susurros me dicen una verdad que deseo creer con todas mis fuerzas.

Si fracaso, otro vendrá a terminar mi labor.

Casi ha terminado.

Podemos ver la cueva desde nuestro campamento. Harán falta unas cuantas horas más de caminata para alcanzarla, pero sé que es el lugar adecuado. De algún modo, puedo sentirlo, sentirlo allí arriba... latiendo, en mi mente.
Hace mucho frío. Juro que las rocas mismas están hechas de hielo, y la nieve es tan profunda en algunos sitios que tenemos que abrirnos paso cavando. El viento sopla constantemente. Temo por Fedik: no ha sido el mismo desde que la criatura hecha de bruma lo atacó y me preocupa que se caiga por un precipicio o resbale por uno de los muchos agujeros de hielo que hay en el terreno.
Los terrisanos, sin embargo, son una maravilla. Es una suerte que los trajéramos, porque ningún porteador normal habría sobrevivido al viaje. A los terrisanos no parece importarles demasiado el frío: algo en sus extraños metabolismos les otorga una habilidad sobrenatural para resistir las inclemencias de los elementos. ¿Tal vez han «guardado» calor de sus cuerpos para usarlo más tarde?
No hablan de sus poderes, y estoy seguro de que Rashek es el responsable. Los otros porteadores lo consideran su líder, aunque no creo que tenga un control completo sobre ellos. Antes de que fuera apuñalado, Fedik temía que los terrisanos nos abandonaran aquí, en el hielo. Sin embargo, no creo que eso vaya a suceder. Estoy aquí por la providencia de las profecías de Terris: esos hombres no desobedecerán su propia religión tan solo porque uno de los suyos no me aprecie.
Por fin me enfrenté a Rashek. No quiso hablar conmigo, naturalmente, pero lo obligué. Habló largamente de su odio por Khlennium y mi pueblo. Cree que hemos convertido a los de su pueblo en poco más que esclavos. Cree que los terrisanos se merecen mucho más: sigue diciendo que su pueblo debería ser «dominante» a causa de sus poderes sobrenaturales.
Temo sus palabras, pues veo algo de verdad en ellas. Ayer, uno de los porteadores levantó un peñasco de enorme tamaño y lo apartó del camino como si nada. No he visto una hazaña de fuerza semejante en mi vida.
Estos terrisanos podrían ser muy peligrosos, creo. Tal vez los hayamos tratado injustamente. Sin embargo, hombres como Rashek deben ser contenidos: cree irracionalmente que todos los pueblos lo han oprimido. Es un hombre muy joven para sentir tanto odio.
Hace mucho frío. Cuando esto termine, creo que debería irme a vivir a un sitio donde haga calor todo el año. Braches me ha hablado de esos sitios, islas al sur donde las grandes montañas crean fuego.
¿Cómo será, cuando todo esto haya acabado? Volveré a ser un hombre corriente. Un hombre sin importancia. Parece bien: más deseable, incluso, que un sol cálido y un cielo sin viento. Estoy cansado de ser el Héroe de las Eras, cansado de entrar en ciudades para encontrar hostilidad armada o fanática adoración. Estoy cansado de que me amen o me odien por lo que un puñado de viejos dice que haré algún día.
Quiero ser olvidado. Oscuridad. Sí, eso estaría bien.
Si los hombres leen estas palabras, que sepan que el poder es una pesada carga. No busquéis caer en sus redes. Las profecías de Terris dicen que yo tendré el poder para salvar el mundo. Sin embargo, dan a entender que también tendré poder para destruirlo.
Tendré la habilidad para cumplir cualquier deseo de mi corazón. «Tomará sobre sí mismo la autoridad que ningún mortal debería ostentar.» Sin embargo, los filósofos me advirtieron que, si me sirvo a mí mismo con el poder, mi egoísmo lo manchará.
¿Es una carga que debe soportar algún hombre? ¿Es una tentación que algún hombre puede resistir? Ahora me siento fuerte, pero ¿qué sucederá cuando acaricie el poder? Salvaré al mundo, sin duda... pero ¿trataré de apoderarme de él también?
Estos son mis temores mientras escribo con una pluma helada la víspera del renacer del mundo. Rashek me mira. Me odia. La cueva se encuentra ahí delante. Latiendo. Mis dedos tiemblan. No de frío.
Mañana, habrá terminado.

—El diario de Alendi

Curiosidades

Notas

  1. a b El Imperio Final (libro) capítulo 15#
  2. a b El Imperio Final (libro) prólogo Epígrafe#
  3. a b c d El Imperio Final (libro) capítulo 17#
  4. a b c El Imperio Final (libro) capítulo 29#
  5. a b El Imperio Final (libro) capítulo 21#
  6. a b c El Imperio Final (libro) capítulo 22#
  7. El Imperio Final (libro) capítulo 35 Epígrafe#
  8. El Imperio Final (libro) capítulo 5 Epígrafe#
  9. El Imperio Final (libro) capítulo 16#
  10. a b c El Pozo de la Ascensión (libro) capítulo 16#
  11. El Imperio Final (libro) capítulo 19 Epígrafe#
  12. El Imperio Final (libro) capítulo 27#
  13. El Imperio Final (libro) capítulo 3 Epígrafe#
  14. El Imperio Final (libro) capítulo 4 Epígrafe#
  15. El Imperio Final (libro) capítulo 33 Epígrafe#
  16. El Imperio Final (libro) capítulo 7 Epígrafe#
  17. El Imperio Final (libro) capítulo 11 Epígrafe#
  18. El Imperio Final (libro) capítulo 14#
  19. El Imperio Final (libro) capítulo 38#
  20. El Pozo de la Ascensión (libro) capítulo 17#
  21. El Pozo de la Ascensión (libro) capítulo 30#
  22. El Pozo de la Ascensión (libro) capítulo 33#
  23. #tweettheauthor 2009
    Arcanum - 2009-07-08#
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